martes, 13 de agosto de 2013

Alas para volar

Hoy es uno de los días mas tristes de mi vida. Hoy quiero hablarles de algo personal: quiero contarles sobre la persona que me enseño a descubrir el mundo: mi papá.

Me enseño a viajar sin hacer reservas. A llegar a un hotel, cuanto mas modesto y perdido en el paisaje mejor, y pedir alojamiento. Así sencillamente. Me enseño a tener encima siempre un cepillo de dientes y ropa interior: nunca se sabe donde dormimos.


Me enseño a viajar sin GPS (porque no habia) ni mapa: "vamos por acá porque es mas lindo" y la ruta se seleccionaba "a piaccere". El camino, ya sea de ripio, tierra o asfalto se elegía por su belleza y por la pura curiosidad de perderse en su paisaje.



Fue con el, que de pequeña conocí La Quiaca en auto,  recorrí las cataratas, subí a contramano las Ruinas de Quilmes, y con el viaje por el sur con apenas 8 meses de vida, en un moisés en el asiento de atrás de un Renault 12 rural.

Aprendí que Gramado y Canela no son condimentos, sino ciudades del sur de Brasil. Con el visite el Caribe en un lujoso crucero y también dormí tapada con diarios porque el apartamento alquilado no proveía sabanas...

Me demostró que los amigos que tenemos por el mundo suelen estar mas cerca de lo que imaginamos.


El que me impulso a descubrir Europa sola siendo aun menor de edad porque la libertad se conquista y no se recibe de regalo.



Con él descubrí que las rutas de Alemania no tienen velocidad máxima, que para ir a cualquier parte en Italia tenes que tomar la autopista A4 y que los free shop son una porquería al lado de las ferias callejeras de cualquier lugar del mundo.



También me enseño que para viajar en avión hay que vestirse de "elegante sport" y llevar una muda en el equipaje de mano. Si se pierde la valija, no vas a tener que ir a trabajar en zapatillas...

Con el que aprendí a comprar un ticket de bus o tranvía de "ida y vuelta" solo por el placer de subirse y viajar hasta el final del recorrido, y que el placer sea solo ese: ir y venir como si fuéramos locales.


El me hizo creer que el mundo era mío y que yo podía hacer con el lo que quisiera. Y yo me lo creí. Y viajé. Y descubrí. Y comparé.  Me enseño que el mejor equipaje es el que no nos pesa. 


El fue el que dio alas para volar. 
Gracias viejo, "Ci vediamo dopo!".



2 comentarios:

  1. Hay hechos que simplemente... ocurren y nos devastan.
    Sirva de fragil consuelo la dicha de haber sido inducida con el ejemplo a una actitud ante la vida inmejorable.
    Y si hay Fe... la esperanza de un feliz reencuentro.
    Es cuestión de esperar apenada Dulcinea...

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  2. Si, es verdad. Todo lo cura el tiempo.

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